Patricio Mosse es Licenciado en Ciencias de la Computación de Exactas UBA, graduado en el año 2015. Actualmente reside en Madrid, España, donde es consultor de software Freelance Blockchain & Fullstack Engineer. Cuenta con más de 15 años de experiencia en el desarrollo de proyectos de tecnología e ingeniería de software. Por si esto fuera poco también es cineasta y su cortometraje Lorenza’s bike, realizado en Berlín en 2020, recibió dos premios en el Festival Internacional Itinerante “Hacelo Corto”, por Mejor Dirección y Mejor Guión de la competencia argentina. Además la película cuenta con dos importantes selecciones, una en el Fecisla y otra en LA Shorts International Film Festival, festival calificador para los premios Oscar y los Goya. A raíz de esta combinación inédita entre cine y computación, el DC conversó con Patricio para conocer más sobre sus proyectos cinematográficos y también saber cómo convergen sus actividades artísticas con el trabajo tecnológico.
¿Cómo surge esta vocación de dedicarte al cine más allá de tu trabajo en el software, comenzó en Argentina o en Alemania?
Creo que el cine siempre estuvo un poco en mí, fui bastante extrovertido y observador. Incluso llegué a decirle a un amigo que yo veía la vida como una película. Hasta hace unos años el arte era solo un hobby. Un poco de teatro en la secundaria y en la universidad, algo de clown, para descontracturar pero sin la intención de llevarlo a otro plano. Pero en 2017 vi una publicidad sobre un taller de guión que se llamaba Línea Sur y ahora se llama ClickGuión, ubicado en Buenos Aires, y me interesó la posibilidad de poder escribir una historia. Sentí que la publicación estaba dirigida a mí, porque decía “Vos también podés hacer una película”. ¿Yo también puedo? Entonces me anoté, empecé a escribir un guión sobre una historia que me sirvió para bajar a tierra cosas que iba pensando y cuando terminé de escribirlo después de unos seis meses, charlando en los encuentros semanales me plantearon filmar este guión. El tema es que no tenía idea de cómo se filmaba una película, entonces me explicaron que tenía que hacer un casting, buscar un director de fotografía, un equipo de arte, vestuario, etc. y fijar una fecha de rodaje. La verdad que me marcaron el territorio y no me quedó otra que hacerlo.
¿Eso realmente te movilizó?
Digamos que me asustaba un poco porque uno quiere tener todo “controlado” por así decirlo, algo que en mi caso viene por lado de la informática, donde uno va creando y planificando los proyectos y usa una metodología ágil. Me asustaba fijar la fecha de rodaje sin saber si lo iba a poder llevar a cabo, pero me insistieron, la fijé y eso hizo que organizara todo lo demás de la producción para poder llegar. De repente me vi un día entrando al set, a improvisar un poco lo que es dirigir una película y filmé en dos días. Por suerte me apoyé mucho en el equipo y en mi directora de fotografía Fernanda López, quien me ayudó un montón a armar mi primera película.
¿Por qué decidiste emigrar a Europa?
A mediados de 2018 me fui a vivir a Berlín, ya había tenido una experiencia en el exterior cuando hice una pasantía en el INRIA, Francia, y terminé escribiendo mi tesis de licenciatura allá pero defendiéndola en Argentina. La experiencia de vivir afuera, conocer gente de distintos países y trayectorias, me había encantado. Y elegí Berlín más que nada porque es una ciudad muy artística, con muchas posibilidades para el cine, y muy fuerte en lo que son startups de tecnología. En mi caso me estaba interesando mucho el tema Blockchain por lo que me pareció una muy buena ciudad para empezar a trabajar desde la perspectiva de la ingeniería de software y en paralelo seguir con el cine. Desde mediados de 2020 estoy viviendo en Madrid y realmente me gusta, por lo que seguramente me quede a vivir acá. Además de trabajar en software, estoy haciendo un Máster Internacional en Dirección de Cine en el EFTI, que es el Centro Internacional de Fotografía y Cine de Madrid. El posgrado dura dos años, es presencial y lo terminaré ahora en julio. Mi duda era si me iban a admitir porque no estudié cine como carrera de grado. En Berlín hice un curso de medio año de cine en general que se llama “Art on the run”, que fue un curso de alto nivel de dos veces por semana y se ve que con esta experiencia, más el taller de guión que había hecho, alcanzó para aplicar.
Si uno mira los afiches de los cortos y trailers en tu Instagram @patricio.mosse.director, la primera impresión es encontrarse con un cineasta profesional…
Agradezco la valoración. La verdad que no sé en qué momento uno hace el click y dice “ahora soy cineasta”. Siempre me vi como un simple informático, de hecho cuando tenía 15 años ya trabajaba en desarrollo de software y luego al momento de cursar en la universidad pude hacer experiencia en empresas. Hace algunos años que soy freelance, tengo clientes en varios países (incluso también trabajo con empresas argentinas, algunas tienen base acá en España) y es raro hacer ese click hacia el arte. Pero creo que la informática y los roles que tuve de líder técnico me ayudaron mucho a poder organizar los proyectos en el cine, porque se trata de armar un equipo de trabajo, dividir roles, delegar tareas que otros saben hacer mejor que yo y pedir opiniones a otras personas que entienden más de un área específica como arte o vestuario.
¿Cómo surgió la historia de Lorenza´s bike, tu cortometraje premiado, y de qué modo se desarrolló la producción concreta?
A lo largo de estos años hice varios cortometrajes por mi cuenta, algunos con asesorías en el ámbito del Máster del EFTI, y otros fuera del mismo. Para Lorenza´s bike armé en forma autónoma todo un equipo de trabajo mientras estaba en Berlín, buscando en las redes sociales a gente que estuviera entusiasmada. Por ejemplo la directora de arte es una arquitecta que quería meterse en cine e hizo un trabajo increíble.
La historia surgió con dos situaciones en paralelo: encontré una foto de mi hermano Lucas en 1985, en una quinta con una bicicleta dorada (yo nací en 1987 y claro que reconozco esa bicicleta). Esos colores de los 80 me encantaron y creo que todos los que hacemos cine terminamos contando historias que tienen algo de infancia. Al mismo tiempo, conocí la historia de una amiga mía, cuyo padre murió en el accidente aéreo de Austral, en el año 1997, un caso muy polémico porque finalmente no condenaron a los responsables. Y leí unos textos post mortem que le escribió mi amiga a su padre. Ella hacía un descargo de cosas que se acordaba y sentía de su padre y me identifiqué mucho con esta sensación. Un poco lo uní a la foto de mi hermano para plantearlo en ese universo y así surgió la historia: una niña de 5 años que trata de procesar lo que es perder a su padre. Gira en torno al duelo que vive su madre de una manera más adulta en otras etapas y el duelo que vive la hija, que quizás no termina de entender tan bien el concepto de la muerte y de lo que significa.
El proceso de escribir la historia fue bastante largo. Seguí trabajando con el taller de guión que hice en el 2017, con sesiones de mentorías, me tomé casi un año en darle forma a la historia y entender cómo quería contarla, escribiendo diferentes escenas. Pero no terminaba de encontrar la historia. Entonces me fui un fin de semana a un pueblo de Alemania que se llama Quedlinburg, decidí no llevar el celular para desconectarme por completo. Llevé conmigo unas hojas para escribir, nada más. Estuve dos días solo, viendo situaciones, el paisaje, conectando un poco con la gente y pensando todas esas horas. Cuando llegó la noche me senté y escribí todo el guión de nuevo, de corrido. Hubo algo que terminó de encajar en mi cabeza: entendí que contar la historia era más simple de lo que yo pensaba y la bajé a tierra con el guión definitivo.
¿Cómo encontraste a Sibel Limbird, la niña protagonista del corto?
Empecé a enviar mails a colegios internacionales, principalmente colegios de inglés, ya que mi alemán es muy limitado, y me sorprendió que al minuto un colegio me avisó que lo reenvió a toda la lista de padres. Me empezaron a llegar varios mails de padres que enviaron fotos de sus hijos e hijas que quería participar, así que hice un casting. En este caso puntual, cuando vi la foto de Sibel sabía que élla iba a ser la protagonista, percibí que tenía algo especial. Su madre había enviado las fotos de sus dos hijas, la mayor de 9 años y la menor de 5, por más que el personaje de la película tenía 8 años y se parecía más a la hija mayor. En el casting la mayor lo hizo muy bien, cuando pasó la menor tenía un poco de dudas, estaba un poco nerviosa, pero se animó y se “enfrentó” a cinco adultos que estábamos del otro lado, nos cantó una canción y después actuó un par de escenas con la hermana y fue realmente increíble. Tenía una naturalidad, intuición e inteligencia para entender todas las emociones. Como no sabía leer, cuando la madre le leyó el guión, la niña se puso a llorar al conocer la historia. Aunque al principio en el equipo hubo dudas de trabajar con alguien de esa edad, en la práctica no hacía falta explicarle nada, yo le decía qué escena quería que hiciera y ella entendía todo. Fue impresionante trabajar con Sibel y me sorprendió todo lo que creció. Porque a raíz de este cortometraje, tiene dos agencias que la representan, está haciendo publicidades, cortometrajes y ahora trabajó en una película con Cate Blanchett.
Una anécdota que recuerdo es que cuando presentamos la película en Berlín, le había prometido al equipo, que mayormente trabajó ad honorem, que el día que estuviera terminada íbamos a alquilar un cine en Berlín para verla todos juntos con amigos y familia, y finalmente lo hicimos en una sala repleta de gente. Cuando terminó la película me pidieron que vaya a decir unas palabras con el micrófono. Y además invité a los protagonistas para que también comentaran algo, le di el micrófono a Sibel, que ya tenía 6 años, y se paró frente a 80 personas y dijo “yo al principio estaba nerviosa pero después me di cuenta que en la vida hay que superarse”. Me pareció increíble que a los 6 años esté hablando de esa forma sobre la vida y me gustaría volver a encarar a un proyecto a futuro, quizás un largometraje, con ella como actriz.
¿Podremos ver pronto la película en alguna plataforma?
Aclaro que estoy aprendiendo y haciendo experiencia sobre la marcha en el tema distribución. En general hay un primer año en el que intentás entrar en festivales más grandes y vas viendo la estrategia de cómo lo recibe el público y ya en el segundo año apuntás a un número más grande de festivales, buscando llegar a todos lados. Seguramente en dos meses más sea un buen momento para liberar la exhibición de Lorenza´s bike, aunque todavía no lo sé y lo veremos con la distribuidora de la película. Me gustaría que esté en plataformas y que se pueda ver de forma abierta, porque el objetivo es que llegue a más personas y tener más opiniones.
Veo que hablás varios idiomas, ¿de qué forma manejás en tus películas la comunicación con los actores?
En este corto todos los actores hablaban inglés nativo, la mayoría de mis cortos son en inglés (ver https://www.imdb.com/name/nm11699527/) . Sin embargo, el año pasado hice un corto en polaco (ya es el segundo que hago) porque los abuelos de parte de mi mamá eran polacos y me interesaba mucho la temática de la segunda guerra mundial. Así fue que encontré actores polacos en Madrid e hicimos ensayos primero en español, y luego en polaco, como para poder entender el tono y después trabajarlo. Por más que yo no entendía todo, sí podía identificar por qué parte del diálogo iban, pero es un gran desafío hacerlo sin dominar el idioma. Este corto está situado en 1939 sobre la ocupación Nazi en Polonia, y hay otro corto que ahora está en pos producción, va a estar listo dentro de un par de meses y se desarrolló en el año 1944.
Por último, ¿cómo es combinar tu carrera en el cine con tu trabajo en computación, creés que se complementan ambas actividades?
Muchas veces me pregunto si algún día me voy a dedicar exclusivamente a una de las dos cosas y dejar la otra. Para mí el cine es una pasión, que me divierte mucho y la tecnología también me gusta mucho, porque tiene su parte creativa, aunque en general me enfoqué mucho en la consultoría de backend y bases de datos, que al final está más oculta porque no sale tanto a la luz esa creatividad. La verdad que ahora encontré un equilibrio muy bueno, que es trabajar freelance en diferentes proyectos donde trato de organizar las entregas llave en mano y trabajando un poco más en solitario como consultor, delegando otros temas puntuales que no hago pero llevando adelante la parte comercial y la parte técnica de programación. Por suerte curso el Máster por las mañanas y a la tarde trabajo. De repente hay semanas donde tengo que ir a preparar un cortometraje cuatro días enteros, entonces esos días no trabajo y ya después recupero sobre la marcha. Ahora que en julio termino el Máster seguramente va a ser más fácil y mis planes van a ser al revés, dedicarle las mañanas al trabajo en informática y las tardes a la actividad más creativa de los cortometrajes.
En cuanto a las disciplinas, creo que tienen mucho en común: Computación y Cine poseen la parte fuerte de organización, porque después de todo son proyectos; una película es un proyecto que reúne a diferentes especialidades y se construye en equipo y las dos disciplinas son muy creativas, porque los informáticos siempre estamos buscando soluciones más innovadoras, más baratas y más seguras, para un montón de problemas cotidianos. La tecnología avanza rapidísimo y no nos podemos quedar atrás. El cine obviamente tiene otra sensibilidad, es un arte y una disciplina distinta pero también requiere ser muy creativo, contar las cosas de otras maneras (al final todas las historias ya están contadas, lo que hay que lograr es encontrar una forma original de contarlas). Lo que veo es que estos avances tecnológicos se aplican incluso a fundraising en arte: ahora se están usando muchos los NFTs para juntar fondos, donde vendés digitalmente una película por adelantado haciendo esos NFTs que representan contenidos de la película, una escena puntual, o bien merchandising y de esa forma vas pudiendo financiarte para poder hacer la película. En definitiva siempre está muy bueno balancear la computación con algo artístico, presente en el otro hemisferio de nuestro cerebro.